miércoles, agosto 16, 2006

LIMON Y SAL

Como si se tratara de las ahora célebremente trágicas elecciones para presidente, los fans de Julieta Venegas parecerían estar divididos: está la mitad que prefiere el lado más experimental e íntimo de sus primeros discos y la otra mitad que recibió con gusto el giro que dio ella misma en su tercer disco , en el cual las canciones son mucho más optimistas, con letras sencillas y generalmente dedicadas al amor.
Su último disco, Limón y Sal es más o menos una continuación del , siguiendo con la línea de sencillez de éste, mas no de simplicidad. Algunos critican el esfuerzo conciente de Julieta por escribir de una manera menos rebuscada, pues a veces se extraña la poesía contenida en varias de sus canciones. Para el que escribe, Julieta es una especie de Jaime Sabines femenino (guardando las distancias, claro), es decir, alguien que en sus palabras, encuentra magia en lo cotidiano. Sus letras ahora pecan de sencillas, pero eso sí, son más directas y un poco más universales, talvez esa sea la razón de su reciente éxito. Al final cada quien decide, si se queda con la de antes o la de ahora, o si puede disfrutar de las dos.
La gran diferencia entre este disco y el pasado radica en la música. sonaba a rock-pop con acordión acompañado de arreglos setenteros. En este disco las canciones ahora más que nunca son ridículamente melódicas, pegajosas a más no poder y es difícil para cualquiera al escucharlo, no traerlo en la cabeza por el resto del día. Esta vez, Julieta experimentó con varios géneros musicales, lo cual puede ser el punto más fuerte o débil de Limón y Sal, dependiendo del lado que se vea. Hay una canción con Dante de los Illiakuriakis, con un ritmo hiphoppero casi pegándole al reggaeton (o como se escriba) que va provocar el enojo de los más puristas, con cierta razón, porque es una de las canciones menos inspiradas de Julieta en toda su carrera. También hay un “tango” bastante extraño que suena un poco forzado, como si hubiera pensado, “pos como estoy en Argentina grabando un disco, TENGO que hacer un tango”. Hay una cumbia de Andrés Calamaro, llamada Sin Documentos que no termina de cuadrar y pues algo debe de tener que algunas ediciones del disco no la traen incluida. Hay una como balada dizque electrónica y una especie de rumba también, pero mejor pasemos a las mejores rolitas.
La melancolía le va muy bien a Julieta en canciones como Me voy (la cual ya todos hemos oído) Limón y Sal y Dulce compañía, donde se muestra más reflexiva, con arreglos entre acústicos y folklóricos que realzan su voz. Los puntos más altos llegan cuando las canciones recuerdan a los primeros años de su carrera, principalmente en A donde sea y Te voy a mostrar, que se muestran agresivas y rítmicas al mismo tiempo. Eres para mí cuenta con la participación de una raperita chilena que le da bastante frescura a la canción, y talvez el mejor logro de este disco sea un matrimonio entre el Reagge y el Country en No Hace falta, con una guitarra acústica haciéndola de teclado rasta y una sliding guitar que combinados con su voz logran momentos de belleza inesperados. Es ésta la canción que muestra los dos lados de Julieta, que no se pelean, de hecho, conviven.
Podemos decir lo que queramos de Julieta Venegas, pero no podemos negar que es un gran músico, un músico de verdad, a diferencia de la mayoría de la gente que hace rock-pop aquí en México. Para poder digerir todo lo que tiene este disco, y decidir si se trata de una basura o una obra maestra, hay que escucharlo varias veces, lo que de entrada sólo puede significar que no se trata de cualquier cosa.